lunes, 16 de abril de 2007

El precio de la traición

Aceptémoslo, no nos regimos por las mismas reglas. Para ti valen unas, y para mí otras distintas. Pero eso no significa que no tengan su valor. Si no las cumples, si me traicionas, te castigaré. Es así como funciona. Yo, mis propias reglas, no las incumplo. Aunque te parezcan más laxas. Es que son las mías. Tú tienes las tuyas.

Es posible que fuera desproporcionado. Seguramente no te lo merecías, aunque quizá sí por dejadez. Pero te la gozaste, igualmente. Y ya sabías lo que había.

Cuando te decides, accedes a las reglas. Hay que atenerse a ellas, porque de lo contrario, ya se sabe. Las reglas son las reglas. Éstas son las mías. Tú, tienes las tuyas.