jueves, 26 de abril de 2007

Asociaciones dobles y demás dobleces duplicadas y complicadas

Los antiguos ya sabían que la duplicidad, así como la dualidad, eran símbolo de buenaventura. Como encontrar dos corazones de manzana idénticos, cruzarte con un par de gemelos y demás cosas pares. Aunque es posible que lo fuera de mal fario. Lo que está claro es que era símbolo de algo.

Me pasa a menudo, y es por esto precisamente, que cuando una persona me recuerda a alguien que no puedo reconocer o ubicar del todo, es señal de que hay algo especial en ella. Como me pasó contigo. O quizá sea al contrario. Tal vez al reconocer esa cualidad extraordinaria mi subconsciente intente activar alguna parte recóndita de mi memoria, conectándote con cálidos sonidos, sosegantes formas y reconfortantes sensaciones. O acaso incluso lo que haga sea falsearla para acaldarse a tus cálidos sonidos, sosegantes formas y reconfortantes sensaciones.

La duplicidad puede ser engañosa, fácilmente falsa, asociándose así con decepción e hipocresía. Y es que la igualdad entendida como coincidencia absoluta, no como coordinación relativa, no existe como tal, solamente sobre el papel. Esto es especialmente notable para los tonos de voz. Puede quedarme una sensación vaga, como flotando en el aire, de que ya había oído tu voz de labios de otra persona. Limitaciones frecuenciales auditivas aparte, no creo que haya lugar en la estadística como para haber coincidido con el mismo tipo de cuerdas vocales, cajas de resonancia y demás, dos veces.

Aún no sé de dónde me viene esta sensación de déjà vu asociada a ti y a tu timbre. Cuando lo averigüe, podré saber con mayor exactitud cuan buen símbolo es y de qué.