miércoles, 27 de enero de 2016

Metáfora desubicada

La vida adulta es como una piscina vacía: saltas, emocionada y tras coger carrerilla, desde el trampolín, y aterrizas en el frío hormigón con una soberana hostia que dejará secuelas. Como una futura tendencia sistemática a la precaución en todo lo concerniente a lugares al aire libre con extensos volúmenes de agua, cloro, césped, crema solar o salvavidas.

A mi sobrina no pareció gustarle demasiado esta comparación. Clavó su mirada en mí con gesto socarrón, meneó ese cabezón pelirrojo tan evidentemente desproporcionado en relación con el resto de su minúscula anatomía, y se levantó del banco como un resorte para salir disparada hacia la estructura metálica que alojaba el tobogán.

La vida. La vida una vez pasados los treinta es decididamente como un tobogán.


martes, 26 de enero de 2016

Damp

It's a tiny room with one of those cream-coloured telephones that once were a common element in every household but are nowadays socially classified as 'vintage'.

I remember how my deceased grandfather used to take what I, even at the age of 7, considered to be a disproportionate amount of pride in having fixed a small lock in the dialling wheel in order to prevent any of his children (but mainly the only female, who hapenned to be my mother) from causing an unaffordable, ergo undesirable, expense.

It's a tiny room, like I say. We can see a thick mist composed by grey fragments that become flexible but seem weak like an old lady's hair lock. It floats in the void forming a sort of (una suerte de) curtain that could anticipate both a thriller or a rather dull stoner's everyday scenario. For the sole reason that we are dreamers we are going to stick to the thriller option, only we are going to be left behind without learning the real end of the story.

Oh, and a typewriter. A red one, sure, but with latin alphabet because I still haven't mastered the required skills to write in the unwelcoming language of the country that has paradoxically insisted to be and remain friends with me since Day 1.

Do I want to make it a whole deal? Well then I just add a gramophone in the picture and I go wild and my body is not that of a man nor a woman no more because all it can do right now and during all the forevers that await those who are patient and sweet is wiggle its hips to the swing, with it, around it, on and on, endlessly enough for an awakened soul to understand.

Really messy hair and the image of our tongues entangled and warm, playful and happy because they let go of the tiresome need to always find the right words and guide them in the right direction.


domingo, 24 de enero de 2016

A bloody ride

So the people were not really used to her strange way of hitch-hiking ("bitch-hiking" as she preferred to call it).

Fuck those losers. As far as she was concerned they could all go and get a life. After all, she would gladly take it from them when the opportunity arose. On the road, on those four wheels that constituted the scenario where she was best at for murdering someone.

It was amusing and thrilling, it was an unprecedented procedure. It would definitely help her get a big name amongst the rest of the white trash she had been forced to cohabitate with since her early childhood years.

Time for revenge. Time for questioning the next douchebag to a slow merciless death somewhere random in the United States of America.




De los huecos del lenguaje

Ocurrió en un fin de semana bello y con luna llena. Se enamoró de sí misma con mayor intensidad de la que conocía hasta entonces y a base de reflejarse y mantener conversaciones de cierta profundidad sustentadas en los tres pilares de toda incipiente madurez: emociones, psicología colectiva y realismo.

Aquel refugio, regalo divino, la ayudó a contemplarse tanto como a mostrarse y a acoger serenamente intensas contribuciones ajenas (a priori raramente deseadas). A ahondar en su cartografía vital actual desde un prisma benévolo, perspectiva que constituía una importante novedad en el petate de su existencia y que, para su gran agrado, ciertamente iba en aumento.

Pero fue, sin duda, esa frase en lengua extraña la que hizo detonar la cadena de pasitos de decidido ciempiés que en un futuro más o menos inmediato la impulsarían al éxito definitivo. "I don't support peniciline" con la mirada relajada sobre el horizonte entre el mar y el cielo. Una nariz chata que se esforzaba realmente por sostener aquellas gafas para las que aún no había decidido adjetivo (¿hipster?), una cabellera leonina que acusaba pinceladas de experiencia y unos labios carnosos que padecían un sentido de la culpabilidad mucho más intenso de lo que le habría gustado percibir. La extranjera había pronunciado aquellas palabras, perdida por completo en su propia argumentación, y para ella había sido el fin inmediato de su papel de dedicada interlocutora.

Se fascinó ciegamente ante tal traducción. La francesa, la francesa contra la penicilina y no alérgica a ella. La francesa en contra de la curación de millones de infecciones bacteriológicas por medio del antibiótico que revolucionó al mundo.

No sabía la razón exacta, pero decidió conservar aquel uso fallido de la lengua común para mantener aquella díscola imagen en su fuero interno.


Somos luz

Me habla suavecito, con ese acento suyo andaluz, ya no sé ni de donde, con esas eses... Y a mi se me va la cabeza, viajo a esas tierras lejanas a las que no había vuelto desde adolescente. Y ya no puedo, hasta me sale el francés, del que no entiende ni palabra ni media, y le digo, casi susurrando:

- Non, mais il va falloir que tu t'arrêtes avec cet accent charmant a toi...-hago una pausa, acercando mi mano derecha a su mejilla- Sinon je veux devoir continuer a te parler en français, comme ça tout doucement jusqu'à que tu sens la même faiblesse aux genoux que je sens a chaque fois que ton petit accent du sud sort de ta bouche...


Me doy cuenta de que he tardado una eternidad en pronunciar la palabra bouche y que ha terminado en suspiro y más por instinto que por elección consciente, mis dedos acarician su mentón, parándose justo antes de su labio inferior, recordando súbitamente su timidez. 

sábado, 23 de enero de 2016

Wolfgang

The kettle had just finished boiling. He got up from the corner couch and walked to the kitchen to make his tea.

A milisecond before the cup touched his lips, which had been smiling in anticipation of this small pleasure, a massive explosion erupted from the other side of the living room, destroying half the kitchen as well.

The second-degree burns from the boiling hot tea all over his face began healing immediately. But still the anger he felt regarding the destruction of his brand new condo all grew into full-on rage when he realized the mug which had been broken into a million pieces, of which only remained the handle still in his right hand, had been a gift from Molly.

Wolfgang growled, teeth baring and that huge vein of his popping maddly in his forehead.

Captain Petty, in full kevlar suit and assault rifle in hand materialised himself through the five by five whole on Wolfgang's living room, trembling from head to toe.

- Mr. K, Kaser... - Capitan Petty managed to babble out.

- Paul -growled Wolfgang, squinting his eyes from pure rage, clenched yaw-, that is not OK. Not OK at all.

lunes, 18 de enero de 2016

De amor y agua fresca

- Sí, reciente. Hace un mes y medio - ofrece Margaux, con ojos vidriosos.
- ...y dieciocho días, casi dos - añade Éric, pasteloso.

Traducción: follamos como conejos. Estupendo, piensas, viva el pudor. Te preguntas si serán conscientes de que están invitando a todos sus amigos a imaginárselos en pleno chimpampún. Arreando.

Durante un mili-segundo, una parte de ti se avergüenza un poco de tu cinismo. Tú, que nunca has sido una persona propensa a la envidia, una pizca de odio malsano te corroe las venas cuando apuestas mentalmente contigo mismo. Seis meses, les das seis meses.

Ciento ochenta días de mete y saca constante. Si cuentas los polvos que habrás echado en los últimos seis años, con suerte empatáis. Mejor pensado, tres. Tres meses y van que chutan, no les das ni un día más.

Tú puede que no mojes el churro lo que solías, por no decir nunca, pero tampoco es para que este par de tortolitos de mierda te lo restrieguen por toda la jeta.

Ella le acaricia la nuca cuando el tono burlón de la conversación recae sobre la última patochada del berzas de Éric.

Vomitarías el aperitivo sobre tu plato. Estaría más que justificado, te dices. Las mini quiches -congeladas, te juegas el cuello-, estaban rancias, de todas formas.

Tu mirada viaja de la sonrisa bobalicona de él a los ojitos de embobada de ella. Por mucho que intentes no juzgar, ella da la impresión de ser una cabeza hueca. Con su deje infantiloide y un marcado carácter difícil que se deja entrever cuando Éric se atreve a respirar demasiado fuerte.

En el camino tus ojos se cruzan con los de tu parienta, que no ha perdido ni ripio de tu lucha interior.

- Pero bueno, entonces es algo serio, ¿no? Quiero decir, conociéndote, Margaux... Estás batiendo récords - pincha ella, sonrisa socarrona dibujada en su cara. Esa es mi chica, dales bien.

Éric se chapuza en su móvil, haciéndose el longuis. Cualquiera diría que Margaux va a infartar, le sale humo de las orejas.

Después de diez interminables segundos de balbuceos, Margaux opta por una de sus risitas incómodas, obligándote a apurar tu cuarta copa de vino y a servirte una más que generosa quinta.

Ésta no es más tonta porque no se entrena.

A pesar de

Y porque parece ser que no puedo obviarte, este pseudosalto al vacío, que creo haber perpetrado a mi propia cuenta y riesgo, se carcajea recurrentemente en mi cara cada vez que se le antoja resaltar tu juventud.

Que lo que he topado en ti me desborda, que me ha acabado vendando los ojos para hacerme ver tonterías con todo lujo de detalles. Que el sabio Heráclito se regocijaría con nuestra relación, pues no existe un extremo sin la existencia de su opuesto, y de ello es viva prueba el sinvivir que acuso por ti.

Pero el sabio adorado decidió huir al monte y llevarse con él su desprecio por la raza humana, cuando yo lo que verdaderamente anhelo es fundirme contigo y que ni una atrevida brisa encuentre el espacio por el que colarse entre nosotros. Deseo devorarte, como hizo cierto dios del Olimpo (¿Zeus? ¿Urano?) con sus hijos.

Sufro un ávido apetito de tú, que me consume a todas luces y a diario, si bien también nocturnamente. Mi físico arde a fuego lento, que es el fuego que más cre(m)a, en términos de largo plazo, y últimamente me sorprende con instantes de grito ahogado en los que muere de pasmo, placer y nube.

Todo es cíclico.

Una mofa.

Acércame el disfraz de payasa.

Doble tirabuzón hacia delante, con penetración (no doble -aún no estamos en ese punto).

Necesito masticarte la cara, duende mío. Y observar tus hazañas. Ríndete, ríndete ya.

viernes, 15 de enero de 2016

Blank and full

Let me say I just feel blank.

Only a piercing headache seems to be persistent enough to persuade me of the fact that I still got some sort of life inside of me. The quality of fluffy, and simultaneously blunt, of everything around me, has skyrocketed to a point that I’ve settled to think of as bittersweet aloofness for the time being.

Detachment has won me over without much resistance on my part. All is a circle.

I would dare to claim that, by now, I have safely developed the ethyl ability of allowing certain substances work their magic into my organism in the way a creek penetrates the soil and reaches the depths, the roots of the trunk, for nurturing purposes. In a smooth and loving fashion, knowing exactly what to do.

Which reminds me I recently came across a poetic passage that asserted that the best way of showing your fondness for someone consists of finding the cracks in their souls and then pouring your love in them. It appears to come in as a handy comparison.

Moist as I might feel on the inside, my outside skin is determined to act waterproof. Oh it has cracks alright, but it shows no intention of welcoming strange elements that entail the risk of bringing back to life familiar wounds. It would rather cannibalize itself until the moment comes.

We are in blossoming terms with each other.