sábado, 14 de abril de 2007

Dieciséis años tenía

Hacía las cosas que hacen las chicas de su edad: salir, beber, hablar con sus amigas, hablar con gente al azar, hablar con gente que ni siquiera le interesaba, hablar por hablar. Hablar por no callar. ¿Eran así todas las chicas de dieciséis años?

Yo no lo creo.

Ella no pensaba en estas cosas.

Sólo, en ocasiones, tenía impulsos asesinos que brotaban de lo más profundo de su ser. El ser que había mantenido enterrado durante tantos años, y al que se emepeñaban en estrangular.