miércoles, 27 de enero de 2016

Metáfora desubicada

La vida adulta es como una piscina vacía: saltas, emocionada y tras coger carrerilla, desde el trampolín, y aterrizas en el frío hormigón con una soberana hostia que dejará secuelas. Como una futura tendencia sistemática a la precaución en todo lo concerniente a lugares al aire libre con extensos volúmenes de agua, cloro, césped, crema solar o salvavidas.

A mi sobrina no pareció gustarle demasiado esta comparación. Clavó su mirada en mí con gesto socarrón, meneó ese cabezón pelirrojo tan evidentemente desproporcionado en relación con el resto de su minúscula anatomía, y se levantó del banco como un resorte para salir disparada hacia la estructura metálica que alojaba el tobogán.

La vida. La vida una vez pasados los treinta es decididamente como un tobogán.