lunes, 14 de mayo de 2007

Como música para mis oídos

Guardo aquella tarde en mi cajón de momentos, archivada bajo la sección de inolvidables.

Para paliar el aburrimiento, o quién sabe si tal vez avivarlo, te pusiste a toquetear el piano. Sin llegar a aporrearlo, te salió un principio de ritmillo ridículamente optimista, pegadizo. Avanzaba casi solo. Como por pura inercia, tus dedos se movían por su cuenta, bailando sobre las teclas.

Entre risas, le fuimos añadiendo letra. Después de las primeras rimas cogimos carrerilla y nos salió una estrofa detrás de otra. Nos lo estábamos pasando en grande y propusiste seguir con una nueva.

Ésta no era tan alegre y desde las primeras notas ya sonaba a confesión. Cuando empezaste a cantar tu expresión seria hacía juego con la tonalidad de la melodía. Noté la sangre acumulándose en mis mejillas y aparté la mirada casi instintivamente.

Llevaba esperándolo tanto tiempo. Tanto así que, aunque en el fondo siempre había sabido que llegaría, me tomó por sorpresa completamente.

Aún puedo verte, inclinándote sobre el teclado, con tu pelo oscuro más revuelto que nunca. Seguías con tu canción, y ahora eras tú quien no se atrevía a mirarme. Lo habías puesto todo. Era mucho mejor de lo que hubiera podido soñar nunca. Era perfecto. El momento, tu gesto, el haber compuesto una melodía para la ocasión, cada una de las palabras maravillosamente exactas e idóneas.

La voz se te quebró en el verso final, que tenía forma de pregunta. Me miraste por fin y esperaste mi respuesta.

Mientras te rechazaba, enumerándote meticulosamente las razones de mi negativa y regodeándome en mi explicación paso a paso de por qué llegabas tan jodidamente tarde, podía ver en tu rostro desencajado el efecto producido por mi discurso, medido hasta rozar el límite del sadismo. Las amargas lágrimas de dulce humillación que resbalaban por tus mejillas abochornadas eran como golosinas para mis sentidos, chispeantes de emoción contenida. Hasta me pareció oir un crack proveniente de tu pecho. Era perfecto.

Llevaba esperándolo tanto tiempo.