Muchos podréis pensar que tal decisión no requirió ningún esfuerzo, podríais incluso considerarla cobarde o tacharme de caradura. Fue mi decisión, al fin y al cabo. No creo que mucha gente pueda decir lo mismo. No me justifico, simplemente opté por la vida incolora.
Esto, sin embargo, no significa que no fuese vida, nada más lejos de la realidad. Era, de hecho, más vidas que la mía, decenas, cientos, millones de vidas recogidas en mi persona. Cuando miraba al exterior, era millones de ojos. Al respirar, todos los olores del universo flotaban conmigo. Al mover mis extremidades, lo que se ponía en movimiento era también la cadena de miembros exteriores a mí que mantenían al mundo habitado. También habitable.
No puedo negar que el miedo no me asaltase en algunos momentos. Pero, después de todo, había sido mi decisión, y no iba a permitirme dar marcha atrás. Eran muchísimas voluntades las que llevaba conmigo.
Tal vez un día me canse, pero eso está por ver.