Si empezara de cero, me haría un propósito nuevo de forma diaria. La lista de mis quehaceres crecería de forma exponencial, y en pocos años mi vida estaría completamente dedicada a cumplirlos. Mis días se compondrían de monoacciones: leer un nuevo capítulo, aprender una nueva receta, resolver un nuevo puzzle, encontrar un nuevo propósito...
Si naciera de nuevo, inventaría una historia disparatada cada día. Sin pies ni cabeza, absurdas, sin principio ni final, abiertas, en espiral; llenas de comas y aliteraciones, sin puntuación alguna y de corrido, sin pausas y a doble espacio. Vacías y repetidas. Estúpidas. Plenas, diferentes y recopilatorias.
Si volviera a empezar, este relato no sería. Y, así y todo, no terminaría.