Es posible que fuera desproporcionado. Seguramente no te lo merecías, aunque quizá sí por dejadez. Pero te la gozaste, igualmente. Y ya sabías lo que había.
Cuando te decides, accedes a las reglas. Hay que atenerse a ellas, porque de lo contrario, ya se sabe. Las reglas son las reglas. Éstas son las mías. Tú, tienes las tuyas.