Pero antes de llegar a la nevera, recuerdo que ya no soy un hombre libre. Y mucho menos libre de tener ninguna resaca que remojar.
Golpe de realidad
Pasa una nube justo cuando me levanto del sofá y mi niña, que hasta hace un segundo estaba tumbada al sol en el suelo del salón, emite un sonidito de protesta, como si fuera cosa mía. Le prometo que ahora vuelve, yo mismo voy a buscarlo, y me dirijo a enjuagarme la resaca con una cervecita.
Pero antes de llegar a la nevera, recuerdo que ya no soy un hombre libre. Y mucho menos libre de tener ninguna resaca que remojar.
Pero antes de llegar a la nevera, recuerdo que ya no soy un hombre libre. Y mucho menos libre de tener ninguna resaca que remojar.