Pero yo no lo veré, porque ya habré volado.
No me crees, ¿verdad? Es curioso, porque yo a ti sí. Me creo que quieras quedarte en este plano planificado de urbe, en esta jaula expuesta en la galería del capitalismo moderno que adormece la ya de por sí vaga conciencia general a base de alpiste y maquillaje artificial pero cómodo.
El caso es que, cuando yo no esté, cuando me haya ido, las aves probablemente seguirán volando. Pero yo habré volado antes, y ni siquiera miraré atrás porque estaré construyendo algo tan hermoso que nada más en el mundo acaparará mi atención.