Me habla suavecito, con ese
acento suyo andaluz, ya no sé ni de donde, con esas eses... Y a mi se me va la
cabeza, viajo a esas tierras lejanas a las que no había vuelto desde adolescente. Y ya no puedo, hasta me sale el
francés, del que no entiende ni palabra ni media, y le digo, casi susurrando:
- Non, mais il va falloir que tu
t'arrêtes avec cet accent charmant a toi...-hago una pausa, acercando mi mano derecha a su mejilla- Sinon je veux devoir continuer a te
parler en français, comme ça tout doucement jusqu'à que tu sens la même
faiblesse aux genoux que je sens a chaque fois que ton petit accent du sud sort
de ta bouche...
Me doy cuenta de que he tardado
una eternidad en pronunciar la palabra bouche y que ha terminado en suspiro y
más por instinto que por elección consciente, mis dedos acarician su mentón,
parándose justo antes de su labio inferior, recordando súbitamente su
timidez.