domingo, 27 de septiembre de 2020

16:20

Por aquel entonces vivía en el barrio ateniense de Pagkráti con mi amigo más íntimo y su pareja. El piso que habitábamos era espaciosísimo y luminoso y casi siempre olía a café griego recién hecho, debido al insomnio crónico que aquejaba a Pános. Recuerdo que me costó años aprender a hacerme una taza decente de aquel café, que los griegos proclaman griego y los turcos reclaman turco, pero que, en...