sábado, 6 de agosto de 2016

Muere, repelente

Suele ocurrirme tras alguno de mis escarceos amorosos. Me convierto en Nadie. Pierdo rostro, alma, extremidades, voluntad. La energía que normalmente me impulsa decide estancarse y transformarse también, pero ella se transforma en Algo, en Algo Totalmente Horroroso. Básicamente, mi pecho (el templo de mi alma o mi caja torácica, si preferimos contemplarlo en términos meramente corpóreos)...